domingo, 20 de noviembre de 2011

SEGUNDO DÍA DE TREKKING: Kagbeni-Muktinath (Jarkot) / 22-08-2011

El primer amanecer en el Himalaya fue maravilloso. Un rebaño de cabras nos despertó al alba, con sus cencerros haciendo de despertadores. Bajamos a desayunar y en los sillones de la cocina estaban tumbados durmiendo los dueños del lodge a quienes tuvimos que despertar. Nos esperaba un día intenso. La espera fue larga, alrededor de una hora. Ya empezábamos a acostumbrarnos. Si te sentabas a comer en Nepal era esperar, cuanto menos, una hora. Y así fue. Ese primer desayuno en las montañas lo hicimos con pan tibetano y tanto nos gustó que repetimos cada mañana en las montañas.





Nada más salir de Kagbeni nos enfrentamos a una ascensión importante. En ese momento nos pareció medio una barbaridad, nada con lo que aún nos quedaba. De todos modos era un sendero agradable, marcado, y con una paz que se respiraba que nos hacía pensar que estábamos en unas verdaderas vacaciones. Paramos en Khinga, una pequeña aldea donde nos refrescamos, y seguimos el camino rumbo a Jarkot. Durante el trayecyo nos encontramos con un amigo nepalí que nos indicó que el sendero marcado estaba tan embarrado por el monzón que los lodos nos alcanzarían hasta la rodilla así que se ofreció hasta llevarnos hasta Jarkot. ¡Amamos el pueblo nepalí! Generoso y hospitalario hasta rozar lo exagerado.





Ya en Jarkot decidimos coger un lodge, donde coincidimos nuevamente con nuestros amigos holandeses, y dejar las mochilas para afrontar la subida a Muktinath. Durante la ascensión, muy dura por cierto, sufrimos una de las grandes mojadas del viaje, lo que sumado a los barrizales que encontramos, se hizo realmente duro y eterno.



Justo antes de llegar a Muktinath (ojo!! no es un poblado sino un templo) pasamos por el poblado de Ranipawa, donde aprovechamos para descansar un poco, secarnos y comer.


El complejo de Muktinath era enorme así que nos perdimos y después de dar varias vueltas encontramos el templo. Una visita rápida, que estábamos ya calados, y vuelta a Jarkot a descansar. Allí estuvimos echando unas cartas en el salón común, con unas cervecitas y probando el vino local de la zona, algo así como anís, que hubo a quien le dejó unos buenos dolores de cabeza al día siguiente.





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