sábado, 19 de noviembre de 2011

PRIMER DÍA DE TREKKING: Vuelo a Jomsom y llegada a Kagbeni / 22-08-2011

Nuevo madrugón. Hoy era el día al que teníamos más temor por los posibles inconvenientes. Y es que tomábamos un avión en Pokhara hacia Jomsom para iniciar el trekking. Este vuelo operaba solo hasta las 10.00 de la  mañana porque a partir de ese momento los vientos intensos y la condensada niebla hacían imposible volar. Si a esto le sumamos que íbamos en pleno monzón las expectativas de que nuestro vuelo saliera eran mínimas. Así llegamos al aeropuerto donde ya nos informaron de que por el momento se habían retrasado todos los vuelos. La visibilidad era completamente nula. Yo daba por hecho que no saldríamos porque no veníamos nada del entorno que nos rodeaba, ¿cómo íbamos a volar entre montañas?


Decidimos subir a la cafetería a hacer tiempo. Una ronda de cafés... que se quedaron sobre la mesa sin ser probados. Abrimos el recipiente del azúcar y... miles de hormigas gigantescas salieron de ahí, con los consecuentes chillidos claro. Pero no pasaba nada, el camarero nepalí cambió el recipiente por el de la mesa de al lado, a quienes les dejó el de las hormigas. ¡Qué natural debió parecerle aquello!

En fin que durante la espera nos contaron que, pese a que los dos días anteriores habían operado los vuelos, se habían llevado casi 2 semanas sin salir ni entrar ningún avión por ese aeropuerto -muy cutre por cierto-. Finalmente comenzaron a salir. El nuestro era de los últimos así que lo hicimos con unas 3-4 horas de retraso.




El vuelo en sí fue una auténtica experiencia, no apta para personas temerosas. Si bien mereció la pena. A pesar de que nuestro vuelo salió finalmente, nosotros seguíamos sin ver nada. A través de la señal del gps los pilotos se iban guiando, pero nuestro temor fue creciendo a medida que subía el avión. Era tan pequeño que temíamos por su estabilidad. Muchas turbulencias. Demasiadas nubes. Hasta que de repente la avioneta empieza a caer en picado. "Dios hasta aquí he llegado", pensé de inmediato. Los cuatro empezamos a chillar. Más aún cuando vimos que estábamos a escasos metros del suelo, viendo perfectamente a los locales pasear, y cuando pensábamos que nos íbamos a estrellar, la avioneta se pusode lado para entrar en curva y adentrarse en un valle tremendamente estrecho. Entramos en la pista de aterrizaje. Salvados. Una auténtica odisea vivida al límite. En ese mismo instante, ya parado el avión, los dos pilotos echaron la vista atrás, nos miraron y comenzaron a reírse. Por lo visto todo aquello era normal y nosotros habíamos formado un espectáculo.




Ya estábamos en Jomsom. De la emoción del vuelo olvidé la guía, por segunda vez, en un medio de transporte. Pero esta vez no conseguimos recuperarla. Ahí empezaba ya el trekking. Era la hora de enfrentarnos a esa parte del viaje que más curiosidad nos suscitaba y, a la vez, la que más inquietud nos había generado. Este pueblo, Jomsom, estaba totalmente adaptado al turismo (nunca olvidéis que cuando digo adaptado no son las coberturas occidentales, simplemente me refiero a algunos lodges, un par de tiendas locales, un local con algún ordenador para conectarse a wi-fi y algún coche). 


Aquí descubrimos las water-safe-drinking-station, que recomendamos 100%. Es un proyecto llevado a cabo por el gobierno nepalí, en colaboración directa con el de Nueva Zelanda, consistente en unos bidones enormes donde podíamos ir recargando nuestras botellas ya vacías. De este modo no generábamos más plásticos en el Himalaya, contribuyendo a la conservación del medio ambiente. Además de ser una opción barata.

Así comenzamos a andar disfrutando de un maravilloso paisaje. Cualquier cosa era digno de mención. Numerosas canteras rodeaban el inicio del primer trayecto, donde los hombres picaban las piedras y las mujeres las cargaban. Eso era solo el principio.













Sin embargo pronto llegaron pequeños inconvenientes. Estábamos en época monzónica y por donde normalmente no hay riachuelos aparecen durante el monzón. Así nos encontramos con un riachuelo que tuvimos que cruzar con ayuda de gente local, que amablemente nos cogieron de la mano para cruzar, porque aunque no lo parezca, la fuerza del agua era brutal -yo estuve apunto de caerme- al margen de que estaba congelada. 




Pronto decidimos darnos un descanso para comer y continuar el trayecto. El retraso en el aeropuerto no nos permitía demorarnos mucho porque pronto anochecería. Aún así no tardamos mucho en llegar a Kagbeni, uno de nuestros pueblos favoritos de todo el trekking.




Así llegamos a Kagbeni y tras regatear por dos o tres lodges (días más tarde recordamos los lodges de este primer día que rechazamos como hoteles de lujo) decidimos quedarnos en uno situado al lado de un puente precioso. Fuimos a dar un paseo por el pueblo  y a cenar con unas cervezas. Nos lo merecíamos. En el bar nos encontramos a unos chicos holandeses, con los que coincidiríamos en casi todos los lodges durante el trek. En el bar sufrimos varios cortes de luz. Ya nos íbamos acostumbrando a ellos. 




¿Recomendarías el hotel?

Hotel Yeti
Tras regatear pagamos 300 NPR por las dos habitaciones con la condición de desayunar al día siguiente allí. El lodge tenía agua caliente, baño dentro y camas muy cómodas así que sí lo recomendaríamos. 

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