martes, 19 de julio de 2011

¿POR QUÉ TAN LEJOS? ¿POR QUÉ POR LIBRE? PORQUE...

Un mes. Eso es lo que nos queda para adentrarnos en Nepal, en su cultura, sus paisajes, su gente... tendremos 15 días para redescubrir un país que nos ha generado unas expectativas inusitadas hasta el momento. Sí, redescubrir. Porque cuando decides viajar por libre te enfrentas a un arduo trabajo previo de documentación que hace que, en ocasiones, "conozcas el país" antes siquiera de haber estado en él. Eso es lo que nos ha ocurrido en esta ocasión, como en tantas otras.

Y es que muchas personas piensan que el hecho de ir en un viaje organizado es sinónimo de comodidad. ¡Bastantes preocupaciones tenemos que afrontar en nuestro día a día como para ir de vacaciones y estar sufriendo para que todo salga según lo planeado! Esta afirmación es muy común y respetable. Sin embargo, el viajar por libre va mucho más allá. Para mí no significa nada de eso. El viajar de una manera libre supone independencia, aventura, autonomía, cultura, conocimiento en profundidad... y ninguno de nosotros lo entendería de otra manera.

A lo largo de los últimos años hemos cambiado nuestra forma de viajar. De manera progresiva hemos ido tomando soltura y experiencia, aunque siempre a base de fuertes contratiempos que nos han hecho madurar y adquirir experiencias que de otro modo habría sido imposible.

Accidentes con coches alquilados. Redadas policiales en plena calle y ante nosotros. Sentir cómo a las 3 de la mañana, en pleno centro de Asuán -Egipto-, nos persigue un coche entre las sombras de la noche y el vacío de la ciudad. Sentir terror al adentrarnos en un poblado egipcio con un hombre con metralleta tras de nosotros... Podría enumerar decenas de casos más (y otros que nunca reconoceré que pasaron), aunque profundizaré en uno de ellos.

Pongámonos en situación. Rusia. 12 de la noche. Estación principal de San Petersburgo. Falta media hora para tomar nuestro tren rumbo de vuelta a Moscú. Miramos el tablón de información de los trenes y... ¡Sorpresa! Nuestro tren no parece. Nos hemos equivocado de estación. NADIE habla inglés, ni siquiera en las taquillas. Todas las informaciones aparecen con el alfabeto cirílico.


El agobio fue mayúsculo. La presión que sentimos no la olvidaremos nunca. Y es que nos sentíamos en medio de la nada sin forma alguna de comunicarnos. Sin embargo, una hora después ya habíamos conseguido embarcarnos en un tren-litera camino a Moscú. Lo que puede parecer una simple anécdota, va mucho más allá. Esta situación extrema, vivida con tal intensidad como tantas otras en otros tantos viajes, nos otorga una capacidad resolutiva importante. El vivir las experiencias al límite otorga un prisma distinto desde el que mirar las cosas y, por qué no decirlo, sobre cómo vivir la vida.


Y es que no quiero montarme en un autobús plagado de turistas con una guía al frente cual mona loca con micrófono. Quiero montarme en los servicios de línea, interactuar con los autóctonos del país y conocerlos de primera mano y no a través de lo que me cuente la guía. No quiero ir a resorts. Quiero ir a hoteles familiares donde me sienta como en casa, respirando hospitalidad. No quiero que me recojan en los aeropuertos. Quiero sentir el miedo escénico de llegar a un país sin saber nada de él y con la incertidumbre por bandera. En definitiva... Hay tantas cosas que podemos experimentar viajando por libre, que sería imposible describirlas en un texto.

Al margen de todo esto, ¿cuántas veces habremos escuchado eso de 'pero qué se os ha perdido tan lejos con lo bonito que es el norte de España'? Pues sí. Es cierto. El norte es precioso. Tanto como podría ser Praga, París o Londres. Sin embargo la gente no entiende nuestros motivos. El viajar no es solo ver monumentos o pasear por las enormes plazas o avenidas de nuestra vieja Europa o de cualquier otro país occidental. Ahora buscamos más. Buscamos conocer nuevas culturas. Queremos huir de los estereotipos. Queremos recibir una cura de humildad. Queremos admirar la gente que vive 'sin nada', pero que 'tiene todo'. Queremos vivir el hinduismo y el budismo como un crisol de riqueza y cultura. En definitiva, queremos abrir la mente.

¿Por qué Nepal? ¿Por qué por libre? Aún hay muchas más razones...


martes, 5 de julio de 2011

Nepal: literatura y cine

Antes de ir de viaje es aconsejable adentrarse un poco, aunque sea superficialmente, en la cultura de un país a través de su cine y literatura. Por eso, os dejamos un listado de libros y pelis recomendadas por varias fuentes:

Literatura (personalmente me costó encontrar un libro de Nepal de los que me habían aconsejado bien porque estaban descatalogados o tardaban bastante en traértelo)

-Desde el lago del cielo un viaje desde Nueva Delhi al Tíbet y nepal, de Vikram Seth.
-Mi viaje al sur de Asia de Jorge Sánchez.
-Una maestra en Katmandú, Vicky Serpa.
-Anochece en Katmandú: un viaje a Oriente tras los pasos del sueño hippy de Chema Rodríguez (este era mi preferido pero en La Casa del Libro no lo tenían).
-Viaje a las fuentes del Sol, de Antonio Picazo.
-La pupila de Nepal, de Javier Jiménez.

Al final opté por un 'libro para la montaña': El leopardo de las nieves, de Peter Matthiessen.
De esta tipología sí hay varios que merecen la pena como Annapurna.Primer8000, de Maurice Herzorg o Mi camino al Everest de Edmund Hillary.

Cine

-History of Nepal de John Whelpton. Muestra la boda de del dios hindú Ram.
-Caravan, en español se distribuyó con el nombre de Himalaya. Dirigida por Eric Valli. (nominada al Óscar).
-Basantpur, de Neer Shah.
-Mukundo, de Tsering Rita Sherpa.
-El pequeño Buda, de Bernardo Bertolucci (se rodó en Bhaktapur).
-La vida de Buddha
-El nacimiento de Budismo
- Siete años en el Tíbet dirigida por Jean-Jacques Annaud

Cine documental

-Los niños del Nepal. Dirigida por Joan Soler en 2002.
-Nepal. 1998. Producción de Pilot Guides. Reino Unido.
- Carrying the Burden, documental de la BBC sobre la vida de los porteadores.

Si encuentro alguna más iré ampliando la entrada.