sábado, 24 de diciembre de 2011

CUARTO DÍA DE TREKKING. Lupra - Larjung. 24/08/2011

Amanecía en Nepal y aún seguía con nosotros el sentimiento de miedo. Las sensaciones del día anterior nos habían dejado en estado de shock. Y es que la noche previa habíamos quedado con un chico nepalí para evitar mayores problemas. Acordamos que él nos acompañaría hasta que consiguiéramos volver a la senda marcada para el trekking porque además teníamos que enfrentarnos nuevamente al turbio río. Y nos producía terror. No queríamos volver a vernos en la misma tesitura que la jornada anterior. Sin embargo, con el amanecer, el chico no apareció, nos había abandonado. No estábamos dispuestos a retornar solos así que intentamos convencer al joven que trabajaba en nuestro hotel y generosamente accedió a venir con nosotros.

Pasamos por unos precipicios increíbles y peligrosos. Cualquier traspiés era una muerte segura. Apenas cabía nuestro pie entero en la delgada línea que nos permitía seguir avanzando. Además la sujeción era mínima ya que todo estaba repleto de piedras sueltas que podían complicarnos la aventura. A pesar de todo, nuestro amigo nepalí iba con unas simples chanclas y deambulaba por las montañas como si sus sandalias fueran garzas aguerridas.


Pese a todo pronto conseguimos bajar a la altura del río, que conseguimos pasar gracias  a la ayuda de nuestro guía-acompañante. El agua estaba congelada.




Así continuamos nuestro camino solos. Los ánimos eran ya muy diferentes. Habíamos pasado el río y habíamos conseguido llegar nuevamente a la senda marcada. Pero habíamos perdido mucho tiempo el día anterior así que decidimos coger un autobús local que nos acercara al menos hasta Marpha, que es desde donde habíamos previsto llegar el día anterior.




Acuciábamos el cansancio. La jornada previa nos había dejado tocados. Pero ahora empezaba una nueva parte del trekking. Habíamos pasado la zona árida y ahora se abría ante nosotros un panorama verde y vistoso, que nos hacía pensar en paisajes más propios de la selva que del propio Himalaya. Comenzaban a asomar arrozales así como plantaciones de marihuana que aparecían de cualquier esquina.







Mientras tanto íbamos pasando por multitud de pequeñas aldeas, con apenas dos o tres calles, donde todos los lugareños mostraban una sonrisa y siempre nos saludaban con un 'Namaste!'. He viajado por muchos lugares del mundo y sin embargo he conocido a pocos pueblos tan agradecido y generoso como el nepalí. Además sus gestos y pequeñas costumbres no dejaban de sorprendernos. Por ejemplo, en las puertas de las casas era habitual ver a las mujeres expurgarse unas a otras los piojos.


La marcha avanzaba y con ella nuestro cansancio. Se acercaba la noche y empezamos a buscar algún sitio donde alojarnos. Nos encontrábamos lejos de los pueblos más amplios y con mayores posibilidades de alojamiento, lo que sumado a que era temporada baja, nos hizo realmente difícil encontrar algún lugar medio en condiciones donde pasar la noche.










Llegamos a Larjung a las puertas del anochecer. No nos atrevimos a seguir caminando por miedo a que la noche nos cayese encima. Así nos recorrimos los escasos tres lodges que había en esta pequeña aldea. Eran terriblemente dantescos así que dentro de lo malo elegimos los menos malos. Pagamos lo equivalente a 50 céntimos de Euro por habitación bajo el compromiso de comer algo por la noche allí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario